¿Por qué el feminismo quita capacidad de agencia a las trabajadoras sexuales?

De Agustina Spaltro

En el feminismo las posturas abolicionistas y regulacionistas se han vuelto irreconciliables, lo que ha generado un cisma dentro de este. La postura abolicionista se ha convertido en un rasgo identitario de una parte del feminismo, aferrada a su genealogía academicista encasillada en la idea de que el feminismo y la prostitución son polos opuestos, olvidándose de las realidades humanas y los cruces de opresiones y discriminaciones que también sufrimos lasmujeres.

Pero, ¿cómo puede ser que el feminismo se olvide de la realidad de las mismas mujeres? Puedo deducir que esto ocurra por diversos factores.
Como bien explica Paula Sánchez Perera, desde Mesopotamia en el Código de Hammurabi, ya se reflejaba y lesgislaba diferenciando a las mujeres en dos, divididas por clase: la mujer pública (prostitutas y esclavas) que para identificarlas no iban veladas y la mujer privada (mujeres casadas y vírgenes) que iban veladas, para favorecer la institución de la familia. A lo largo de los siglos se fue perpetuando la concepción de la mujer privada y publica, estigmatizando a esta última y creando la idea de la mujer de segunda.

Pegando un salto temporal, las feministas del S.XIX que siguen perpetuando este cultivo que se germinó en Mesopotamia, empiezan a movilizarse activamente para conseguir cambios lesgislativos, el sufragio universal femenino, las pocas feministas que llegaban al poder pertenecían a las elites intelectuales o sus maridos pertenecían y poco contacto tenían con las mujeres prostitutas, negras, marginadas, con la diversidad... Este legado intelectual se ha ido extendiendo a lo largo de los siglos y nuestras leyes siguen reflejando ese pensamiento elitista, que ni mas ni menos sigue siendo luchar por los intereses que realmente les toca a unas pocas. Los cambios sociales que impulsaron, al final, estaban ajustados a sus intereses.

Si hacemos una lectura actual, en el sXXI puedo deducir que lo que ocurre es algo similar, pero añadiendo algunos ingredientes, ya que el sistema capitalista al final complejiza la ecuación, las discriminaciones y la estigmatización empiezan a mezclarse y abordar las problemáticas se vuelve algo tridimensional, algo que engloba un conjunto.

Un factor importante de esta ecuación sin duda es la estigmatización que sigue comportándose prácticamente igual que en su nacimiento en Mesopotamia, pero con un toque moderno de sutileza.La lectura feminista relaciona el deseo con el consentimiento. Pero, como analiza Clara Serra, aunque a veces coincida, otras no y la libertad sexual y el consentimiento tienen más que ver con la voluntad que con el deseo que es un ámbito escurridizo y opaco que es imposible de legislar y sería hasta riesgoso hacerlo. Respetar la libertad sexual de los sujetos es respetar su voluntad, no su deseo.

No hay mayor demostración de esto que el trabajo, que en la mayoría de la población no es deseado, pero si consentido. Desde el feminismo se debería analizar que el terreno del deseo es complejo y que la coincidencia angelical entre la voluntad y deseo sigue reproduciendo la imagen de las mujeres santas y buenas y es lo que siempre nos han exigido: virtud y santidad.

Es incompatible la libertad sexual de las mujeres con la no consideración de la voluntad y poder de decisión de estas como sujetos autónomos y mayores de edad y que son capaces de desarrollar pensamientos complejos en los que la voluntad se contrapone a los deseos. Esta idea finalmente no hace mas que acentuar la desprotección de las mujeres trabajadoras sexuales frente a los abusos, si ejercer por voluntad una práctica no deseada es abuso, ¿entonces, donde se refugian o a que se aferran las trabajadoras para denunciar una práctica realmente abusiva?
Las leyes no deben estar presentes en lo que a nuestros deseos se refiere y no hay mejor forma de legislar que validándonos como seres humanos y otorgándonos herramientas y derechos.

Otro claro ejemplo de deslegitimación en el que quitan capacidad de agencia a las prostitutas es el artículo 187/2 de explotación sexual en el que castiga a quien se lucra explotando la prostitución de otra persona aun con su consentimiento. En este artículo podemos observar como por un lado se deslegitimiza totalmente la voluntad de la mujer  trabajadora y por otra parte impide que las mujeres se asocien y autogestionen, ya que al hacerlo ellas pasarían a formar parte del sujeto que se lucra y por ende a recibir la pena.

Al final la estrategia del feminismo abolicionista es la misma que ha utilizado el patriarcado a lo largo de los siglos: deslegitimizar los deseos de las mujeres trabajadoras aludiendo a faltas de capacidades reflexivas, obviando sus necesidades, intentándolas convencer de que es lo certero y prohibiéndoles derechos laborales básicos.

El feminismo debe ser un refugio, mirar por las mujeres, todas.El análisis y el academicismo es importante para tener unas bases y seguir formándonos, pero no es un manual sagrado sin lugar a objeciones ni posibilidad de
cambio, no puede nublarnos esto la perspectiva y dejar de escuchar los requerimientos de las mujeres trabajadoras sexuales. Aunar fuerza para que puedan tener una vida digna, no creo que haya algo más feminista que eso.

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