Matar al padre: ¿Y si dejamos a Marx de una vez por todas?

Por Christopher Morales Bonilla

Justificación del trabajo

El motivo de que me haya matriculado en el curso de Nociones Comunes “Las armas de la crítica. Marx en el siglo XXI” es que tiene mucho que ver con las cuestiones teóricas y prácticas en las que vengo trabajando desde hace tiempo. Principalmente, éstas se centran en la hipótesis de pensar en la posibilidad de que Marx ya no sirva como el modelo fundamental para explicar muchos de los conflictos sociales a los que nos enfrentamos desde finales del siglo pasado.

Por eso, me han interesado especialmente las sesiones en las que se han explicado las críticas contemporáneas más potentes a Marx, especialmente la de Montserrat Galcerán y la de Emilio Santiago Muiño. Sin embargo, creo que ambas se quedan justo en el punto en el que a mí me gustaría comenzar, que es el de llevar hasta sus últimas consecuencias los resultados de esas críticas. ¿Hasta qué punto estas no hacen que Marx ya no pueda ser un buen referente teórico de la forma de entender las transformaciones sociales? Y en el caso de que no fuera así, ¿qué tendría que pasar con la teoría de Marx para que dejara de convertirse en referente?

Por eso, mi trabajo quiere ser una especie de resumen de las ideas que he ido extrayendo de las sesiones del curso, especialmente de las más críticas, para poder empezar a pensar los conflictos sociales  de nuestro presente más inmediato. Es una especie de resumen de las consecuencias, y posibilidades, que se abren a partir de esas críticas profundas a Marx.

El formato en el que se dan estas consecuencias es el de pequeñas tesis de contenido más o menos filosófico. Ya que es un conjunto de ideas que no pretenden tener, todavía, una coherencia ni estar muy desarrolladas, es mucho más interesante presentarlas como posibilidades, como caminos que se pueden abrir después de Marx.

 

Matar al padre: ¿Y si dejamos a Marx de una vez por todas?

I. Pese al intento del marxismo soviético de establecer una unidad ideológica en lo que se refiere a Marx, volver a sus textos revela que es absurdo hablar de algo así como un autor cuya doctrina fue establecida de una vez para siempre. Uno de los mitos que es necesario destruir de una vez por todas es que no existe algo así como “Marx”. Cuando académicamente se habla de “Marx”, simplemente se hace mención de un individuo que escribió un conjunto de textos. Pero éstos no constituyen una doctrina acabada y coherente sino, más bien, un pensamiento en continua transformación, muy pegado a las circunstancias históricas, a aquello que ocurría en el momento mismo de la escritura. Negar este elemento histórico, o peor aún, eliminarlo de forma consciente, convierte a Marx en otro metafísico más.

II. Del conjunto de ideas y categorías que Marx desarrolló a lo largo de todas sus obras, es posible extraer un proyecto de emancipación. Sin embargo, éste no deja de ser siempre precario con respecto al modelo que la propia historiografía soviética no ha dejado de atribuirle. Todos aquellos elementos que forman parte de la doctrina oficial de la Unión Soviética, lo que Stalin acabó llamando Dialektisches Materialismus (Diamat), no fue más que la fijación de algunas variaciones del conjunto de problemas que trató Marx a lo largo de su vida. No hay que olvidar este hecho: todo lo que la posteridad convirtió en categoría y en estrategia, en Marx está siempre tomado como problema.

III. La doctrina oficial del marxismo/materialismo histórico tenía muchos puntos ciegos, elementos que no se pudieron, o quisieron, problematizar para no poner en entredicho la unidad operativa de la teoría. En el curso se han destacado principalmente dos: el primero es la crítica a la necesidad de la victoria de la revolución social frente a la burguesía. El segundo es el límite ecológico del capitalismo; dicho de otra manera, la posibilidad de que el final del capitalismo no sea la creación del socialismo sino la destrucción de la vida en el planeta.

IV. El primer problema es el que, dentro de la filosofía, se conoce como el de la “dialéctica de la historia”. Por momentos, parece que Marx tomó de una forma un poco modificada la filosofía de la historia de Hegel, en la cual la figura espiritual del “Espíritu absoluto” queda transformada en la sociedad sin clases. Sin embargo, lo que en Marx no fue más que un constructo teórico, debido tal vez a una influencia demasiado grande de Hegel, se va convirtiendo a lo largo del siglo XX en una forma de entender el desarrollo histórico con multitud de problemas.

V. El desarrollo dialéctico de la historia consiste en afirmar que el conjunto de las sociedades no progresa de una forma lineal, a la manera en la que lo podía entender Kant, sino a través de contradicciones, saltos y conflictos. Sin embargo, de algún modo, el final del desarrollo del conjunto de esos conflictos ya estaba dado desde el principio, es decir, que la necesidad de llegar a una etapa última de desarrollo histórico ya estaba en potencia en las primeras figuras de conflictividad social. En Marx, este esquema se transformó en la necesidad de la victoria del proletariado sobre la burguesía: el comunismo aparece como una necesidad no solo de la forma de la conflictividad social sino del propio desarrollo de la historia a partir de las condiciones materiales del modo de producción capitalista.

VI. El otro límite que Marx no supo desarrollar, y mucho menos el materialismo histórico, es el límite ecológico. No hay que olvidar el papel fundamental que en su teoría tenían las fuerzas productivas, las cuales habían sido liberadas por la burguesía de una etapa de limitación. Por este motivo, Marx parece ser, por momentos, un gran defensor del capitalismo y de la burguesía como el momento histórico en el que las fuerzas productivas son llevadas a una nueva etapa de desarrollo, a partir de la cual será posible la creación de una sociedad comunista.

VII. Sin embargo, Marx no supo ver cómo el desarrollo de estas mismas fuerzas productivas podía suponer un deterioro del mundo natural en el cual los seres humanos trabajan y producen los bienes con los que garantizar su subsistencia. En las últimas décadas, aunque especialmente a partir de los años 60 con la aparición del movimiento ecologista, el capitalismo se muestra como un sistema productivo en el cual no existe la conciencia del límite: la naturaleza es una especie de supermercado infinito en el que toda la humanidad podrá encontrar, y cada vez de forma más creciente, todo aquello que necesita para su bienestar. Pero en las últimas décadas, los límites de la naturaleza se han empezado a mostrar por todos lados: cambio climático, escasez de combustibles fósiles, contaminación, etc.

VIII. Si nos tomamos en serio estas dos críticas, que afectan al núcleo más profundo del marxismo, aunque no del todo al conjunto de ideas desarrolladas por Marx, es necesario hacerse una pregunta: ¿a partir de qué punto el marxismo debería ser cuestionado a raíz de la profundidad y veracidad de sus críticas? Dicho de otra manera: ¿las críticas al marxismo son verdaderas, de tal forma que hacen que todo el edificio teórico se venga abajo?

IX. En el fondo, es necesario comprender que, a pesar de que estas críticas están cada vez más generalizadas, sin embargo el modo en el que la mayoría de los análisis intentan entender los diferentes conflictos sociales contemporáneos siguen usando las categorías de Marx. De algún modo, es como si la teoría emancipatoria no se quisiera tomar en serio la profundidad de estas críticas para no tener que enfrentarse a la posibilidad de tener que volver a construir el edificio desde el principio. Pero la pregunta todavía hay que responderla: ¿estas críticas son lo suficientemente importantes como para que todo el edificio se pueda venir abajo?

X. Por momentos, con el marxismo parece estar ocurriendo algo parecido a lo que ha sucedido con el concepto de Ilustración dentro de la teoría crítica. A pesar de establecer, de una forma bastante radical, la necesidad entre el momento histórico ilustrado y la aparición y desarrollo del fascismo, sin embargo la solución a los problemas históricos parece querer encontrarse en una vuelta a la pureza de la Ilustración. Dicho de otra manera: parece que los teóricos críticos no son capaces de concebir un proyecto de emancipación en el que los conceptos de libertad, justicia o igualdad tengan otros contenidos que aquellos que fueron fijados a finales del siglo XVIII.

XI. A pesar de que el materialismo histórico ha sido el modo teórico en el que hemos pensado la conflictividad social, lo cierto es que hoy vale la pena empezar a hacernos la pregunta de si sería necesario abandonarlo para poder entender la radicalidad de los conflictos sociales que existen hoy en día. Solo así parece ser posible poder seguir siendo radicales tanto en el diagnóstico como en las soluciones que podamos aportar.

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