6 ideas para combatir a la ultraderecha desde los feminismos

Por Laura Berro

Las pasadas elecciones Andaluzas nos dejaron a muchas una extraña sensación en nuestros cuerpos. El estupor inicial dejó paso a una calma tensa que nos ha dado herramientas para comprender estos hechos. El Partido Socialista Andaluz había logrado establecer un sistema caciquil de mantenimiento de su poder que no beneficiaba a las mayorías sociales golpeadas por el paro y por la precariedad. Como mantienen quienes han hecho un seguimiento perenne de la actividad política de la Comunidad, esas estructuras se habían conseguido a través de las subvenciones a la actividad agrícola, el no enfrentamiento y legitimación en el poder de las élites en el sentido amplio de la palabra y una comunicación política basada en mentiras populistas encabezada en los últimos años por Susana Díaz.

Andalucía necesitaba cambiar de gobierno. Pocas nos esperábamos que fuera la ultraderecha la que fuera a liderar este cambio, claramente a peor para las que peor están. Los tres focos del discurso de la ultraderecha: el  machismo y la LGTBifobia, protagonizado por la que han llamado la “ideología de género” como eufemismo de los Feminismos; la unidad de España, con el odio a la supuesta ruptura de Cataluña a la cabeza; y el racismo, aprovechando la llegada de personas migrantes que huían de los conflictos bélicos en sus tierras de origen, en busca de una vida mejor y un trabajo. Qué fácil es para algunos olvidar los orígenes, olvidar la riqueza cultural y sociológica de Al-Andalus, por lograr réditos políticos. Para ellos, el cortoplacismo y la incultura será una herramienta para ganar unas elecciones, pero la destrucción de las raíces de quien habita un lugar, de los valores de fraternidad y cooperación, serán muy dañinas a largo plazo para la mayoría.

En general, los análisis que han salido a flote sobre los “perfiles” que han votado a la ultraderecha son muy similares: el setenta por ciento son hombres, de clase media alta, que antes votaban al Partido Popular. La mayoría de las mujeres que también han confiado en esta opción política también pertenecían a las clases altas o bien ya votaban anteriormente a la ultraderecha. Algunos y algunas jóvenes decidieron apoyar a alguna de estas fuerzas en los comicios, y el voto desde la clase obrera y precaria son solamente un reducto. Ahora bien: no hemos conseguido analizar la enorme masa de abstencionistas. ¿Por qué las mujeres, las clases obreras, las precarias, las excluidas, no han votado a la izquierda?

No voy a detenerme en qué hizo mal Adelante Andalucía, existen muchos escritos interesantes sobre esto. En cuanto al ámbito de actuación, dado que mi apuesta política se centra en los municipios como herramienta cercana a la ciudadanía para transformar la política pública, voy a tratar de dar algunas claves para las candidaturas municipalistas, de nuevo cuño, etc. que se presenten en el ámbito local.

  1. FEMINISMOS COMO EJE TRANSVERSAL

Considero que los Feminismos son la única herramienta diferenciadora, la única que a estas alturas puede transformar de raíz la realidad y, por tanto, es la única herramienta capaz de  enfrentarse con resultado ganador a la Ultraderecha. Cuando me refiero a los Feminismos al Feminismo amplio, el de los Derechos Humanos que suele decir Angela Davis; aquél que es antirracista, que es anticapitalista. Ése que pone los cuidados y su reparto, en el centro de la política pública. El que tiene como objetivo erradicar todos los ejes de desigualdad y las violencias que éstos desembocan.

Como dice María Jesús Izquierdo, el Patriarcado es una estructura construida para dominar. Todas y todos nos hemos socializado dentro de él, por tanto, todas y todos podemos dominar, seamos sujetos con sexo mujer o sexo hombre. Queremos transformar esta pulsión de la dominación, también en nuestras organizaciones políticas. Por ello, preferimos los mecanismos de las asambleas más garantes de la horizontalidad que las estructuras jerárquicas. Por ello, y a pesar de que la sociedad prefiere los liderazgos personalistas de blancos, burgueses-clase media, varones, adultos y heterosexuales , elegiremos dar valor a los sujetos que atraviesen más desigualdades en nuestras organizaciones, en nuestras políticas públicas y en la actividad de nuestros grupos, en la comunicación política.

La Cuarta Ola del Feminismo ya llegó. Llegó en 2018 a nuestras calles y plazas. El pasado 8 de marzo fue increíble, nos pasmó y dejó boquiabiertas por su potencia, su heterogeneidad, su grito antirracista y proleta. Las organizaciones políticas quincemayistas han de comprender que o la agenda política será feminista o no será. Mientras las organizaciones por el bien común no sean Feministas, esas miles de mujeres y de trans, no participarán en la transformación de la política pública y, desde luego, no votarán a unos partidos políticos que no les representan.

  1. PREGUNTAS PARA LA AUTOCRÍTICA. AUTODEFENSA Y MASCULINIDADES FEMINISTAS

No es descabellado pensar que muchos de los factores del ascenso de la ultraderecha se deben a elementos y tendencias externas ante las que poco podemos hacer. Cierto es que las ideologías de ultraderecha han crecido enormemente en los últimos años a escala internacional. Donald Trump, Marine Le Pen, Jair Bolsonaro, Matteo Salvini, Viktor Orban, son algunos de los nuevos líderes de la ultraderecha que recorre una parte del mundo. Por otra parte, los medios de comunicación de masas o mainstream han sido cómplices, conscientemente o no, del ascenso de estas tendencias antifeministas, xenófobas y racistas.

No obstante, no está de más establecer momentos de parón para la reflexión, para evaluar si estamos respetando los pilares sobre los que se asentaron nuestros proyectos ciudadanos. ¿Realmente hemos respetado esa horizontalidad asamblearia? ¿A qué se ha debido que esto no ocurriera? ¿Hemos respetado el Eje transversal de los feminismos en nuestro funcionamiento interno? ¿Cómo se han sentido todas las personas que formaban parte de la organización? ¿Se ejerce violencia, agresiva o no, por parte de sujetos de nuestra organización? ¿Se han dado casos de violencias machistas dentro de nuestras organizaciones? ¿Cómo las hemos enfrentado como grupo? ¿Qué mecanismos de control y de revisión hemos establecido, y en caso de existir, han funcionado? ¿A qué cuestiones hemos dado prioridad en nuestra agenda?

No podemos olvidar que tenemos miles de ojos posados en nosotras y nosotros, que somos ejemplo para muchas personas y en las ciudades las noticias no corren, vuelan. No podemos exigir a otras personas e instancias más justicia social, más feminismo y más reparto de la riqueza cuando nuestras organizaciones son percibidas como reproductoras de los roles de género, clase y raza. Formar grupos de Autodefensa feminista para las mujeres y de Masculinidades feministas en nuestras organizaciones pueden ser instrumentos muy útiles para empoderarnos y para evitar imponer nuestros privilegios.

  1. DATOS: MENOS CORAZONADAS Y MÁS ANÁLISIS SOCIOLÓGICOS

Debido a la alta conectividad de hoy en día y la facilidad para encontrar información en todos los rincones no hemos dado prioridad al pragmatismo. En demasiadas ocasiones nos hemos dejado llevar por la tentación a seguir las opiniones de algunos líderes de opinión. Sin cuestionar qué tipo de sujetos son, dejándonos seducir por algunos personajes visibles y con una autoridad intelectual supuestamente “superior”, pero olvidando precisamente que uno de los cimientos sobre los que se asienta nuestro proyecto es colectivo y no personalista.

Afortunadamente, existen muchas herramientas de análisis sociológico que permiten conocer con datos objetivos qué quieren las poblaciones de nuestras ciudades, cuáles son sus necesidades, sus miedos y sus deseos. Si estamos llegando con nuestros mensajes y nuestras acciones. Contar con datos reales para calibrar nuestros pasos es esencial para conocer si nuestro camino es acertado o para poder reconducirlo hacia aquello en lo que la gente que confió en los inicios. Huir de la arrogancia de los “sabios” personajes construidos a la medida del patriarcado es esencial para evitar errores en nuestra aventura.

  1. EL DÍA A DÍA: ESTAR EN LOS BARRIOS.

Nuestro objetivo político es trasformar la realidad de manera profunda para lograr que la riqueza, el trabajo y los cuidados se repartan. Poner en el centro a las personas que más ejes de desigualdad y violencias enfrentan y eliminar a las élites y su opulencia. Venimos de una cultura política que cree en la organización de base para alcanzar este horizonte de justicia social. Vivimos un momento histórico de contracción en los movimientos sociales.

Exceptuando la Cuarta ola del feminismo y algunas otras luchas puntuales, en general observamos de un repliegue del tejido asociativo. Hemos de hacer un doble esfuerzo por entender qué están viviendo las personas más oprimidas en su día a día. Por qué hay racismo en los barrios más obreros. Por qué parece que triunfa el discurso machista, también en muchas mujeres, cuando el feminismo habla de Derechos para todo el mundo. Hemos de estar en las calles para generar dinámicas de colaboración entre diferentes, pero mojándonos. Con humildad, sin paternalismos y sin querer dar lecciones.

Es posible que la presencia en las instituciones nos dé más voz en los circuitos que legitima el propio sistema. Pero sin una presencia fuerte en las vidas corrientes, que trabaje codo con codo con las vecinas y vecinos en su propia lucha día a día, que desmonte los discursos más reaccionarios, que detecte los problemas de las personas corrientes, no vamos a frenar a la ultraderecha. Este momento histórico requiere retomar la construcción de una malla densa y potente desde el afuera de las instituciones, y que tome las calles para reclamar sus derechos.

  1. COMUNICACIÓN POLÍTICA COMPARTIDA, CLARA Y CON RECURSOS ECONÓMICOS

La Comunicación es Poder. Que nuestras ideas sean conocidas es poder. Las personas que comunican acumulan poder. Por ello, queremos portavocías plurales, frente a los personalismos. Y por ello tendremos que facilitar que la comunicación pública esté liderada por los sujetos de nuestras organizaciones que más desigualdades y violencias enfrentan. Lo fácil sería poner a un hombre, blanco, de clase media, etc. que cumpla con los estereotipos de solvencia del patriarcado blanco, capitalista e imperialista. Todas las estructuras y la mayoría de las personas implicadas en los círculos de la comunicación nos lo pondrían en bandeja, pero seamos un poco más creativas y apostemos por subvertir también en la comunicación de nuestras acciones. Portavocías compuestas por personas con presencia en las instituciones pero también de nuestras asambleas.

Comunicar en público no es sencillo. Atravesar el muro de la vergüenza y de los miedos requiere de un trabajo personal grande. Y hacerlo con naturalidad y transmitiendo ideas claras es duro para la mayoría, porque no solemos disponer de entrenamiento previo. No obstante en política pública la comunicación es esencial: hay que comunicar cada paso que damos. Para eso estamos ahí. Creo que merece la pena dedicar recursos a que las personas más corrientes aprendan a transmitir nuestras ideas de transformación social.

Por otro lado, para que las portavocías no sean personalistas la información debe fluir de manera efectiva entre todo el grupo que vaya a comunicar. Es habitual que las propias estructuras de la institución circunscriban muchos temas a una sola persona y la tentación será que sea esta persona la que comunique la mayoría de esa información. Habremos de elaborar protocolos que no se rijan por quién recibe más información sino que sean rotativos y que aseguren que todo el mundo puede hablar en público con garantías. Será necesario estudiar, esforzarse y apoyarse mutuamente. Para eso estamos ahí, ¿verdad?

Además, hemos de dejar de delegar la comunicación a los medios de comunicación de masas. Hay que contar con ellos, precisamente por su capacidad de llegar a un mayor número de personas. Pero no pueden ser nuestra única vía. Utilizar otras herramientas que alcancen a la mayoría ciudadana a la que nos dirigimos puede ser muy útil, sobre todo porque podremos hacerlo de manera pedagógica y directa, sin filtros, interpretaciones de líneas editoriales que responden a  intereses muy diferentes a los nuestros. Tomar las riendas de nuestra comunicación y no delegarla para cambiarlo todo.

  1. PROGRAMA POLÍTICO PROFUNIDAMENTE TRANSFORMADOR PERO ENFOCADO

Necesitamos un programa político que ponga el acento en el eje de los Feminismos de manera transversal en las políticas institucionales y en nuestra agenda política propia. Cuando me refiero a “enfocado” quiero decir que hemos de ser conscientes de que los Ayuntamientos tienen un marco de actuación limitado y unas competencias muy constreñidas. Con ello no quiero decir que no podamos denunciar esta falta de autonomía, al contrario. Pero deberemos apuntar correctamente a quién lanzamos nuestras exigencias.

Una vez más insisto en que no podemos confiar solamente en nuestras intuiciones. Hemos de conocer al dedillo las normativas municipales, por muy tediosas que nos puedan resultar. Profundizar en el marco de actuación y del funcionamiento de un Ayuntamiento nos permitirá focalizar mejor nuestras prioridades y buscar resquicios legales que nos permitan poner en práctica

Otro de los fallos más habituales con los que me he encontrado es creer que sólo supone un cambio “aquello que se ve mucho” en el espacio físico de nuestras ciudades. Seguir los pasos de los partidos más institucionalizados y destinar millones de euros en políticas del ladrillazo, cuando en muchas ocasiones lo cualitativo trasforma más que lo cuantitativo. Por ejemplo: la formación en perspectivas de género, clase o raza y su aplicación en cada acción a las y los funcionarios es profundamente transformador en el medio y largo plazo.

Y lo más importante: no olvidar que hemos entrado en las instituciones para transformar la vida de las personas. Por mucho que las leyes, los técnicos y el resto de fuerzas políticas nos digan que no es posible. Estamos ahí para luchar por las que están peor, por las que no tienen casa, por las mujeres y las trans que enfrentan violencias machistas, por las familias monomarentales, por las migradas con y sin papeles, por las precarias. Para crear ciudades llenas de peatonas, de bicicletas y de autobuses; ciudades y barrios plenos de plazas, bancos y parques accesibles; que permitan tejer comunidad y en los que la  gente participe.

 

* Imagen obtenida de https://www.publico.es/uploads/2019/01/15/5c3e314e6f545.jpg 

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