Nuevas guerras informales contemporáneas

Por Itziar Gandarias Goikoetxea

El titulo del trabajo es "nuevas guerras informales contemporaneas" donde a partir del relato de una mujer superviviente de trata de su tránsito hacia Europa intento reconceptualizar la violencia de género a través de la propuesta teorica de Rita Segato sobre la  pedagogia de la crueldad y las nuevas fomas de violencia en esta fase apocalíptica actual del capitalismo. 

NUEVAS GUERRAS INFORMALES CONTEMPORANEAS:

LA TRATA CON FINES DE EXPLOTACIÓN SEXUAL Y LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES DURANTE EL TRÁNSITO Y VIAJE HACIA EUROPA

"La supervivencia de la raza humana ha dependido primero de la explotación de las mujeres, sin la cual hace mucho tiempo que hubiese desaparecido"

Keneth Boulding, "The household as Achille's heel" (1972)

1. Introducción: La inscripción de la violencia en los cuerpos de las mujeres

Este artículo ensayístico tiene como objetivo comprender la trata de mujeres con fines de explotación sexual y las múltiples violencias que las mujeres sufren en las zonas fronterizas y en el tránsito desde sus países de origen en Africa hasta Europa, como parte de las nuevas guerras informales contemporáneas que denomina Rita Segato (2016) donde el cuerpo de las mujeres es un bastidor en el que se inscribe la potencia de la masculinidad y de la mafia.  Para Rita Segato (2016), la estructura de la masculinidad es la estructura mafiosa y el pacto de masculinidad entre hombres y el mandato de masculinidad tiene analogía con el pacto mafioso y con la fisiología mafiosa.

El objetivo final de este ensayo, es analizar los ensamblajes actuales entre la lógica del sistema patriarcal, capitalista y colonial, a través del relato de una mujer nigeriana superviviente de trata de personas con fines de explotación sexual. Consideramos que entender las formas de la violencia de género hoy es entender lo que atraviesa la sociedad como un todo (Segato, 97).

En el actual capitalismo neoliberal, uno de los pilares de sostenimiento-que no sostenibilidad- del capitalismo ha sido  el expolio, o en terminología de Harvey (2004) la acumulación por desposesión. Nos encontramos ante  un modelo social que amenaza la vida y  que se sostiene sobre la dominación de las mujeres, la depredación de la naturaleza y la expoliación de los países de la periferia.

Como sostiene Silvia Federici (2011), la cuestión del control de los cuerpos de las mujeres es endémica a la historia del capitalismo desde su principio hasta hoy. Ya desde los siglos XVI y XVII, durante la caza de brujas del medievo, hubo una persecución sin precedentes hacia las mujeres, donde el Estado y el capital intentaron romper con el control que ellas habían ejercido sobre sus cuerpos y su sexualidad. De esta manera, el control del cuerpo de las mujeres no solo es una cuestión económica, sino también política. Para Silvia Federici, el cuerpo de la mujer es la última frontera del capitalismo. Por ello, es tan importante la conquista del cuerpo de la mujer, porque el capitalismo depende de él.

Por tanto, este sistema, necesita para su supervivencia invisibilizar el conflicto irresoluble entre la lógica de acumulación del capital y el sostenimiento de la vida en condiciones dignas. Esta invisibilización explica que la violencia contra las mujeres no sea leída como parte de un continuo de esfuerzos por articular un modelo social que pone la vida y de manera específica, la de las mujeres, al servicio de la lógica de acumulación a cualquier precio. O dicho de otro modo, que no se entienda el papel que juega la violencia contra las mujeres como violencia sistémica para la reproducción de la dominación de las mujeres en el sistema capitalista en su fase neoliberal actual. 

Hoy en día, el capitalismo sigue ampliando la fuerza de trabajo disponible para ser expropiada, y dependiendo de los cuerpos de las mujeres para perpetuarse. Por ello,  en un mundo de mercancías, la cosificación de los cuerpos de las mujeres, y concretamente los cuerpos de las mujeres más pobres, se tornan imprescindibles para tal fin. Como señala Rita Segato (2016:99), “el crimen y la acumulación de capital por medios ilegales dejó de ser excepcional para transformarse en estructural y estructurante de la política y de la economía”. En esta fase extrema y apocalíptica del capitalismo,  rapiñar, desplazar, desarraigar, esclavizar y explotar al máximo son el camino de la acumulación. Y ahí podemos insertar  la trata como forma actual de explotación y depredación del cuerpo de las mujeres.

La trata por tanto, no sólo es una realidad con raíces culturales sociales y políticas es sobre todo una realidad de mercado. El mercado desde la lógica capitalista y patriarcal, se impone como un escenario en el que una minoría opera con el objetivo de maximizar el beneficio y el interés individual por encima del respeto de los derechos humanos de las mayorías. La existencia y el crecimiento de estas redes se alimenta de la creciente industria de los cuidados y del sexo en los países de destino, principalmente Europa.

2. La  historia de Sara: en busca de un sueño

Para los países económicamente dependientes o con democracias débiles, recientes o inconsistentes, la globalización implica un mayor debilitamiento de todas las estructuras ciudadanas y, sobre todo, de las vinculadas a los derechos sociales, ampliándose los márgenes de exclusión, desestabilización y crisis de los modelos tradicionales del varón proveedor.

Las mujeres, principales víctimas del patriarcado y el capitalismo, son especialmente golpeadas por la pobreza y por el fenómeno de mercantilización actual de las personas. Son ellas quienes en muchas ocasiones emprenden el camino migratorio, como encargadas “naturales” del cuidado de la familia y de la comunidad. 

Mi padre era costurero, y muchas veces no tenía ni para pagar el alquiler. Mi madre era peluquera y tenía un quiosco donde vendía cinco cosas que apenas le daba beneficios. Con eso vivíamos. Cada fin de semana mis hermanos venían al pueblo, a casa de mi abuela, porque tenía una huerta y así obtener alimentos, porque apenas nos alcanzaba. Y yo soy de comer, mi madre y mis hermanos se acostumbraban pero a mí desde pequeña el cuerpo me pedía comer más. Allí el que tiene dinero es el que tiene poder. Dinero si hay, pero hay mucha desigualdad. Porque los que tienen poder les dan los puestos importantes a sus familiares; todo se reparte entre muy pocas personas. En mi país si naces en una familia pobre no tienes futuro.

A mí mi madre me daba mucha pena porque mi madre la pegaba cuando venía de la tienda y no había comida en casa. En África los hombres pegan. Yo eso lo llevo fatal. No me gusta que mi padre pegue a mi madre. Yo por eso tenía ganas de ayudarle a mi madre de alguna manera. Y veo que una compañera que dejó el cole antes que yo con 12 años se había ido a Italia. Y las noticias que nos llegaban era que la familia estaba mejor. Yo hablaba con ella por teléfono y me lo pintaba todo muy bien. Me decía que en Europa nada más llegar en el aeropuerto, el primer blanco que te ve te regala dinero. Me decía que hay mucho trabajo, que hay muchas cosas en la basura. Me decía que si trabajas en el campo ganas 3000 euros al mes. Si cuidas a una abuela 4000 y si cuidas niños 3500. Pero todo era mentira. No me contaba la verdad, que se venía a trabajar en la prostitución. Entonces eso me animó a pensar en marcharme. Yo tenía un sueño que era ser médico. Me habían dicho que en Europa el gobierno te pagaba por estudiar. Y entonces con 17 años le digo a mis padres que busque alguien para que me lleve a Europa.

La historia de Sara, puede ser la historia de muchas mujeres que quieren salir de sus países debido a las condiciones económicas, sociales y culturales de su país. A partir de su historia, podemos ver como la violencia contra las mujeres se articula en torno a tres dimensiones: la estructural económica y social (la pobreza extrema), la simbólica y cultural (denigración y subordinación cultural de las mujeres)  y en su dimensión directa física, sexual y psicológica (la violencia física cotidiana de su padre hacia su madre).

El abordaje habitual de la salida de muchas personas de su lugar de origen es la explicación de la expulsión debido a la carencia material y a las guerras mafiosas. Rita Segato (2016), añade un elemento que complejiza este análisis, que es “el factor de atracción”. Para la autora, las ideas de abundancia en la actualidad son construcciones propias de eta época histórica y fase apocalíptica del capital. Esa abundancia actual que produce la falta, demole lo que anteriormente satisfacía y colmaba la vida. Para la autora, el efecto interventor de la modernización y las presiones del mercado supra-regional son las causantes de la ruptura, desgaste y desprestigio de relaciones de confianza y reciprocidad en los lugares de origen. En la actualidad se impone una lógica de la carencia que es absorbida por lo que ella llama “el mundo de las cosas” la región “donde las cosas están”. Es “el fetichismo del Norte como reino de mercancías y fantasía de la abundancia” el que se impone y captura el imaginario social.

3. El tránsito: Disciplinamiento y pedagogía de la crueldad

En su obsesión por las políticas de seguridad y de lucha contra la inmigración irregular, Europa ha bloqueado sus fronteras a través de un amplio dispositivo militar y policial que dificulta la llegada de personas necesitadas de protección  internacional y que ha convertido la huida en una nueva forma de violencia. El despliegue de la agencia Frontex, los acuerdos con países en tránsito, los centros de detención para inmigrantes, sustentan el circuito de represión de la Europa Fortaleza.

El estado español, como Frontera Sur de Europa, ha desarrollado este sistema de control de flujos migratorios que lleva su jurisdicción más allá de las fronteras de su territorio, actuando en aguas internacionales y en países de tránsito y estableciendo acuerdos con los países de origen para que controlen la salida de personas de sus propias costas.

Este continuo y creciente endurecimiento de las leyes y políticas europeas de migración y asilo, ha jugado también su papel a favor de la consolidación de las redes de trata de personas, cada vez más profesionalizadas y más organizadas y un recrudecimiento de la violencia contra las mujeres en las zonas transfronterizas y en los países de tránsito hacia Europa.  De esta manera, las zonas transfronterizas se convierten en “no lugares”, en intemperies como denomina Rita Segato, donde es posible hablar de una nueva forma de terror, una expansión no controlable de formas paraestatales del control de la vida que se apoderan de de porciones cada vez mayores de la población, es especial, de aquellos en condición de vulnerabilidad. El relato de  Sara habla de cómo las zonas transfronterizas son nichos donde se impone la pedagogía de la crueldad y el disciplinamiento de la mujer.

En la frontera hay que tener mucho cuidado con las mafias. Te piden dinero, y si no lo tienes o no lo mandan te meten en un cubo de agua si hace frío. Si no hace frío, te atan de pies y manos y te ponen un trapo sucio en la boca. Es horrible. Yo ahí ví cosas que en mi vida había visto, ni hubiera nunca imaginado. Si alguien me habría contado esa historia no me la hubiera creído. Yo temblaba allí. Yo sabía que a mí no me iban a hacer nada, pero temblaba tanto que deje de tener apetito. Tenía incluso miedo de comer.

Ahí te das cuenta que traer a la gente es igual que traer droga. No hay diferencia. Hay además mucha violencia, si no consiguen extorsionarles, les pegan, les maltratan, les dejan marcas en el cuerpo. Les pegan  como si fueran animales o peor aún. Hay gente que se queda con marcas después de pasar por las mafias, Con las mujeres es terrible. Una chica que vino de Nigeria se ha quedado en Marruecos y perdió la virginidad porque no tenía dinero para pagar. Si el que te ha traído no le ha dado el dinero, tienes que acostarte con un hombre para poder comer, o sino ir a la calle a pedir…

Si entendemos, el lugar como espacio relacional caracterizado por lo humano, las zonas transfronterizas en este caso actuarían como no lugares, donde es crucial reducir la empatía humana y entrenar a las personas para que consigan ejecutar, tolerar y convivir con actos de crueldad cotidianos. Por tanto, en estos espacios el sufrimiento y la agresión impuestos al cuerpo de las mujeres, así como la banalización y naturalización de esa violencia constituyen el deterioro de la empatía en un proceso adaptativo e instrumental a las nuevas formas de explotación de la vida.

En estas zonas por tanto, actuaría, el código mafioso, un pacto de poder análogo al pacto de masculinidad en el que es indispensable mostrar la capacidad de crueldad. La agresión a las mujeres no se reduciría al hecho de ser mujeres, sino que estaría operando también una demostración del poder de masculinidad a sus pares.

En síntesis, la violencia contra las mujeres es mucho más complejo de lo que sugieren las hipótesis que consideran que es el resultado de la pobreza, la clase social, la enfermedad mental, la etnia, la filiación política, la preferencia sexual, el alcohol o la religión.

 

Referencias bibliográficas

Federici, Silvia. (2013). Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Madrid: Traficantes de sueños.

Harvey, Davis. (2004). El" nuevo" imperialismo: acumulación por desposesión. Socialist register.

Segato, Rita (2016). La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de Sueño.

 

 

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