Discusiones sobre clase, pueblo y régimen económico

Por Célula Norte

Bermeo, 2017ko Garagarrillean

Al hilo de las discusiones durante el curso “La lucha de (des)clases” de la Fundación de los Comunes, Comentarios tras nuestras sesiones presenciales

 

Decía jonbernat en las presentaciones del curso que el objetivo de este trabajo sería:

“Hacer algunos aportes de las concepciones euskaldunes de la clase popular, el pueblo trabajador o incluso desde la influencia que la acepción decimonónica (carlista) de lucha de clases anti-liberal, moral y jurídicamente agregadora en unos términos no contenidos en la tradición obrera y marxista que principalmente se suele manejar a este respecto. La última cuestión sobre la que tratare de incidir es que, al hilo también de lo que discutían por ahí Eki, Álvaro y otrxs compas, me parece fundamental traer a colación al Marx tardío y su defensa de la comuna rural como sujeto revolucionario en la Rusia de la época, tal y como muestran los borradores de respuesta a la carta de Vera Zasulich. Los pueblos del norte de España acumulamos una experiencia compartida - no superior, pero sí diferenciada - en cuánto a la agregación y confrontación de clase contra la mediocre y panderetesca élite caciquil y burguesa radicada en Madrid. Esto, sin comprometer la fuerza y vigencia histórica del Madrid del "no pasarán", sólo quiere dejar constancia de ese elemento agregador que es el pueblo, la historia compartida en términos de confrontación contra los ejércitos de ocupación y sus alfiles locales vendidos a sus intereses. En general me parece un elemento material mucho más sólido y consolidado que la serie de cuestiones y segmentos, atributos y características que se vienen remarcando en las primeras sesiones.”

Tras la descarga del Cuaderno de Materiales de Lectura y la lectura de los primeros textos, fue sin duda la Primera Sesión “De clases y luchas de clases” con la que más empeño discutimos al visualizar la charla, un empezar con ganas que fue perdiendo fuelle en las siguientes. Como explicaba Eki más en detalle en el hilo correspondiente, nos parecía que la complicación del concepto de clase que se introduce puede generar una cierta confusión en cuánto a las posibilidades de agregación operativa para que el pueblo trabajador sea sujeto, clase para sí, y pueda emanciparse en la historia. Porque creemos que hay un elemento duro de la pertenencia a una clase, que es la relación con los medios de vida y el grado de subsistencia o frugalidad comunitaria. Es decir, la centralidad del trabajo – sea este en su acepción capitalista o como producción social autónoma– y su relación con los medios de producción, el reparto del fruto o renta y la posición de poder económico (político) son elementos definitorios de la clase de los que no hay escisión imaginable posible.

Básicamente decíamos que la lucha de clases esta atada a las condiciones objetivas cambiantes que pre-existen y nos sitúan en el actual estado de las cosas. Ya dependerá de cada cuál, familia, clan o tribu consciente del percal actual, aceptar sin rechistar el progresivo desclasamiento al que el capitalismo aboca a mayorías sociales siempre crecientes o, por contra, tomar conciencia de la urgencia de la situación en la que estamos y dejar de soñar movilidades, ascensos o salvar los muebles individualmente y atreverse a soñar los cielos, como no, remando, remando y remando para intentar alcanzarlos.

También decíamos que esta complicación o diversificación, salvo si es muy acotada a exposiciones teóricas o diagnósticos concretos, corre el riesgo de centrar los esfuerzos en lo que Bourdieu (cita 13) llama “criterios secundarios (como el sexo o la edad)”, sobre todo en cuánto a la dinámica entre clases se refiere, y no tanto a las relaciones de dominación sexista o edadista que se dan dentro de cada clase. Pensábamos que habría que asumir un trazo más gordo si de comprender las dinámicas estructurales de las sociedades capitalistas se trata. La clase propietaria – con todas su competencia interna y procesos constantes de proletarización y desclasamiento – es capaz de controlar su coto de mercado y, en su defecto, ser capaz de influir en las condiciones de partida y de proceso del mismo. Pero claro, la clase propietaria, desde el extremo de los autónomos más-ó-menos-proletarios, pasando por cooperativistas, pequeños empresarios y hasta los capitalistas corporativos más grandes e internacionalizados, tiene unos objetivos únicos de clase ? Es objetivable esa cohesión interna y rumbo del Capital? O es, por contra, multi-variable y aveces se desagrega en adefesios poco operativos de progresiva decadencia?

Ya desde esta primera sesión nos parecía que ahí los operaistas italianos habían hecho contribuciones importantes, de época, y que hoy en día esa imbricación de la composición técnica y la composición política del trabajo es y será la clave de toda recomposición revolucionaria o reformista del tipo que sea. A esta tradición y a su autor clásico a entregado su Trabajo de Fin de Curso Eki, que considera central la cuestión siguiente:

"Cuando la fábrica se apodera de toda la sociedad […], entonces los rasgos específicos de la fábrica se pierden dentro de los rasgos genéricos de la sociedad. Cuando toda la sociedad es reducida a fábrica, parece que la fábrica en cuanto tal desaparece" (Tronti, 2013: 49).

Igualmente, Albarracín (2003 : 575) identifica que “los territorios de generación de subjetividad solidaria en las sociedades industriales de servicios se retiran de los campos clásicos de la fábrica sindicalizada, y parecen ligarse a los territorios de las metrópolis globales, los distritos sociales de colectivos que comparten modos de vida genéricos, redes comunicativas materiales que orientan prácticas en convergencia que critican y se enfrentan a un modo de producción de la existencia social”. En cualquier caso, identificábamos como los espacios de producción y consumo reconfiguran más la conciencia de clase que la existencia de la clase (en sí) misma, por lo que no se trataría tanto de complicar sino más de sintetizar los elementos de agregación del conjunto de la clase obrera en los nuevos tiempos, desde un perspectiva de clase (Romero y Tirado, 2016) que no deje de lado las cuestiones ecologista y feminista (Medialdea, 2010).

Nuestro debate llego al habitual salto atrás en los siglos que, tan común entre navarros y demás pirenaicos, no deja de transpirar una modernidad violenta que, en algunos lugares al menos, hay conciencia de llevar siglos (Uriarte 1978) – o milenios - combatiendo con uñas y dientes. Cómo podemos ver en las guerras carlistas, se da esa centralidad thomposoniana de la conciencia de clase que lucha unida, apartando sus diferencias internas, para erigirse como capaz de parar el devenir liberal y anti-moral de la historia. Porqué en todo proceso de imposición militar de un nuevo orden, no es lo mismo ser asimilado sin rechistar que oponerse durante generaciones, igual que no es baladí cuidar la memoria de la represión que, para todos los pueblos, ha tenido el auge de la sociedad burguesa y de su ariete económico capitalista.

Sin ninguna vocación universal y ni siquiera extrapolable al Sur del Ebro, evocamos los análisis setenteros que hizo Emilio López Adán  sobre el paso del carlismo al nacionalismo burgués (Beltza, 1976) y sobre como estos procesos están fuertemente ligados y contrapuestos a la dinámica de recomposición de clases, dando lugar a “una participación creciente en la vida política de una clase obrera vasca nacionalmente diferenciada, con formas de lucha propias, justificando ampliamente la necesidad de una organización autónoma vasca” (Beltza, 1978 : 10). En este segundo estudio Beltza señala ya la crucialidad de las fracciones pequeño-burguesas, pero lo enmarca en cuestiones internacionales que atañen a la burguesía nacional y sus límites, siendo las cuestiones que atañen a la lucha de la clase obrera las que toman más importancia en su obra.

La historia posterior no ha hecho sino de mostrar que aquel “desbrozar caminos” (Beltza, 1978 : 137) del pueblo trabajador vasco, con toda su heroicidad y miseria humana, ha tenido una evolución estratégica hacia la vuelta a Maltzaga soñada por Telesforo Monzón (reunificación PNV-ETA para un Estado vasco). O, lo que es lo mismo, se le puede hacer, entre otras, una crítica (marxista) de inter-clasismo, según reiteran las tesis obreristas revolucionarias en sus debates estratégicos actuales, tal y como muestra éste buen ejemplo. Y es que la nación ha fracasado como agente aglutinador, al menos en este caso. Como apunta el artículo enlazado, toda voluntad de liberación social y nacional que haya pretendido la clase obrera de Euskalerria, se ha topado de bruces con una evidencia, el carácter españolista o afrancesado de la burguesía nacional vasca y su sumisión, por tanto, a los intereses mafiosos y para-estatales de las burguesías dominantes en esos países.

Como contra-ejemplo, y al mismo tiempo antecedente histórico y referencia carnal de mucha gente en Euskalerria, las guerras carlistas mostrarían, aún en el siglo XIX, algo que decía Raimundo Viejo en una de sus clases, la importancia del posicionamiento de las élites aristocráticas en las revueltas populares. Esto se opone a la concepción clásica de la burguesía como clase – que sin duda tomó las riendas de la modernidad con el viento en popa a toda vela–, o mejor se puede decir que la precede y, por tanto, es importante “cuidarnos de toda tendencia a interpretar según concepciones posteriores de clase” (Thompson : 28). Es decir, la mirada larga a como el capitalismo y la hegemonía burguesa se fue imponiendo  en toda Europa (Marx, Polanyi, Federici...), nos permite hacer una teorización de la clase más sólida que la que emana de los acontecimientos presentes, loable objetivo que escapa, evidentemente, al objeto de este comentario.

Con toda esta motivada, nos pusimos a a leer a Tronti, vimos la charla de Mario Espinoza y para adelante, como siempre, tratando de sacarle a la Segunda Sesión “La lucha de las clasificaciones” un componente más profundo en términos de reflexión marxista. El aporte principal que, se me ocurre ahora pasando al individual, al hilo de esta sesión es poner en cuestión la periodización del Marx jóven y Marx maduro realizada, sacando a colación un borrador y la respuesta definitiva de Marx en 1881 a la militante revolucionaria del movimiento campesino ruso Tierra y Libertad Vera Zassoulitch, Marx reniega en ésos escritos de sus pretendidos discípulos en Rusia, que postulaban la  archiconocida tesis del marxismo tradicional de que el desarrollo capitalista y la consiguiente formación de la clase obrera asalariada es una etapa previa, ineludible en la consecución del socialismo. Por contra, Marx afirma en el borrador de su respuesta que la comuna rural rusa tiene amplias potencialidades de mejorar su capacidad técnica y de estructurar una relaciones de producción a escala nacional.

Marx reconoce que en El Capital no da razones ni a favor ni en contra de la vitalidad de la comuna rural, pero afirma que “mis estudios recientes me han convencido de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia”, para lo cuál tiene que “eliminar las influencias nocivas que la asaltan por todos lados y, después, asegurarse las condiciones normales de un desarrollo espontáneo”. Estas cartas escritas poco antes de morir, apoyan la tesis de que la tan sacralizada obra de Marx no recoge sus reflexiones posteriores sobre los sujetos sociales en la dialéctica de la historia (ver anexo sobre este tema al final de este trabajo).

Tanto en la Sesión extra : Clase y género de Fernanda Rodríguez, como en las posteriores Sesión 3 : Las clases dominantes de Rubén Juste (comentado por Emmanuel Rodríguez), Sesión 4 : Desclases y enclasamientos de Jose Medina (Gamonal) y Sesión 5 : Clases populares y periferias n de Carabancheleando nuestros debates fueron muchos más escuetos e informales, ya que por saturación laboral y social nos limitamos más a ver las sesiones en compañía pero sin otorgar un tiempo relevante al debate. Aún así destacar la calidad de las mismas y su aportación a una mejor situación de clase en realidades más concretas, siendo ahí la cuestión de la interseccionalidad (Martínez-Palacios, 2017) la que nos parece clave incorporar en todo diagnostico operativo para la organización y la lucha de la cuestión de clase.

En la tercera sesión volvimos a discutir la cuestión decimonónica, tras ver las preguntas hechas a Rubén y a Emmannuel, especialmente en lo relativo a las revoluciones burguesas del XIX y su relación no causal con la industrialización y el auge del capitalismo. Esta declinación local española de la teoría marxista convencional, de su acepción de sujetos de clase siempre ligados a los medios de producción, nos parecía importante para ver la distancia y la posibilidad de que la victoria militar de la burguesía y su anclaje a las viejas formas del régimen monárquico – renovado por una serie de guerras de sucesión– supusiera en el caso de España un  tardío y mediocre desarrollo de las fuerzas productivas, más allá de los territorios ocupados tras las victorias liberales en aquellas guerras. El dato aquí es el paso del metal bizkaino de un 22% en 1878 a un 88% del conjunto de España en 1888 (Arizkun, 2002), lo que mostraría más un desarrollo por ocupación con la aniquilación de la libertad aduanera y regulatoria vasca, a lo que habría que sumar una dependencia extranjera que, de nuevo, escapa a los objetivos de este breve comentario.

Por último, remarcar lo estimulante de las sesiones cuatro y cinco, viéndose desde ópticas diversas pero coincidentes, la importancia de renovar la concepción operativa de la clase oprimida desde las periferias urbanas y los márgenes que estas generan en la intervención social  y política. Habría que sumar esta perspectiva a otros estudios que se han realizado más desde la óptica de la clase media o del desclasamiento de las fracciones de la burguesía en el actual ciclo de acumulación capitalista en crisis (López y Rodríguez, 2010; Moruno, 2015; Rodríguez, 2016), siendo los estudios, procesos de organización y momentos de ruptura originados de los barrios populares y en la subalternidad del sistema los que más tiene un potencial revolucionario.

Referencias bibliográficas

ARIZKUN Alejandro (2002), “Kapitalismoa eta industrializatze prozesuak 1850tik 1940ra” en JUBETO Yolanda, SOLANGE Mariluz eta ZURBANO Mikel (2002 : 15-33),

ALBARRACIN SÁNCHEZ Daniel (2003), DE LA UTOPÍA POSTINDUSTRIAL A LA CRISIS DE LAS SOCIEDADES SALARIALES DE SERVICIOS : En torno al ciclo del capital y la identidad de clase de los trabajadores españoles en el capitalismo tardío. Tesis Doctoral dirigida por Luis Enrique Alonso Benito, UCM, Madrid, 638 pp.

BELTZA (1976), Del Carlismo al Nacionalismo burgués, Txertoa

BELTZA (1978), Nacionalismo vasco y clases sociales, Txertoa, 203 p.

JUBETO Yolanda, SOLANGE Mariluz eta ZURBANO Mikel (2002), Euskal Herriko ekonomia, Udako Euskal Unibertsitatea, Bilbo, 358 p.

LÓPEZ HERNÁNDEZ, Isidro et RODRÍGUEZ LÓPEZ, Emmanuel (2010), Financiarización, territorio y sociedad de propietarios en la honda larga del capitalismo hispano 1959-2010, Traficantes de Sueños: Útiles, no9, 513 p

MARTÍNEZ-PALACIOS (coord.)(2017), Participar desde los feminismos : Ausencias, expulsiones y resistencias, Icaria, Barcelona, 312 p.

MEDIALDEA, Bibiana (2010): “La economía crítica frente a la crisis“. Revista de Economía Crítica, nº 9, pp. 120-130.

MORUNO Jorge (2015), La fábrica del emprendedor : Trabajo y política en la empresa-mundo, Akal, Madrid, 254 p.

RODRÍGUEZ LÓPEZ, Emmanuel (2016), La política en el ocaso de la clase media : El ciclo 15M-Podemos, Traficantes de Sueños, Madrid, 202 p.

ROMERO LAULLÓN Ricardo (Nega) y TIRADO SÁNCHEZ Arantxa (2016), La clase obrera no va al paraíso : Crónica de una desaparición forzada, Akal, Madrid, 377 p.

TRONTI, Mario (2016):  Operai e capitale, DeriveApprodi, Roma.

URIARTE Eduarto “Teo” (1978), 1883 la INSURRECCIÓN de los vascos, Ed. Hordago, Donostia, 278 p.


ANEXOS

1. Aitite Marx en defensa de las comunidades rurales rusas y su fuerte capacidad de incidencia en la historia de la que después sería LA revolución proletaria y campesina más importante de la historia.

En un borrador y en la respuesta definitiva de Marx en 1881 a la militante revolucionaria del movimiento campesino ruso Tierra y Libertad Vera Zassoulitch[1], Marx reniega de sus pretendidos discípulos en Rusia, que afirman ya entonces la archiconocida tesis del marxismo tradicional de que el desarrollo capitalista y la consiguiente formación de la clase obrera asalariada es una etapa previa, ineludible en la consecución del socialismo. Por contra, Marx afirma en el borrador de su respuesta que la comuna rural rusa tiene amplias potencialidades de mejorar su capacidad técnica y de estructurar una relaciones de producción a escala nacional.

En su respuesta definitiva, Marx afirma que en un contexto de movimiento de occidente hacía “la separación radical del productor con los medios de producción”, mediante la sustitución de unas formas de propiedad privada por otras, en el caso de las comunas rusas el proyecto de las clases sociales emergentes (burguesas, capitalistas) tendríaa antes que lograr “transformar su propiedad común en propiedad privada”[2]. Para evitarlo, las comunidades rurales sería más importantes que el mismísimo proletariado, dado que Marx ni lo menciona en su carta.

Marx reconoce que en El Capital no da razones ni a favor ni en contra de la vitalidad de la comuna rural, pero afirma que “mis estudios recientes me han convencido de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia”, para lo cuál tiene que “eliminar las influencias nocivas que la asaltan por todos lados y, después, asegurarse las condiciones normales de un desarrollo espontáneo”. Estas cartas escritas poco antes de morir, apoyan la tesis de que la tan sacralizada obra de Marx no recoge sus reflexiones posteriores sobre los sujetos sociales en la dialéctica de la historia[3].

 

Projet de réponse à Vera Zassoulitch, Karl Marx

https://www.marxists.org/francais/marx/works/1881/03/km18810300.htm

Parce que, en Russie, grâce à une combinaison de circonstances unique, la commune rurale, encore établie sur une échelle nationale, peut graduellement se dégager de ses caractères primitifs et se développer directement comme élément de la production collective sur une échelle nationale. Lo que serían los soviets en gestación.

Abstraction faite de toutes les misères qui accablent à présent la « commune rurale » russe, et ne considérant que sa forme constitutive et son milieu historique, il est de prime abord évident qu’un de ses caractères fondamentaux, la propriété commune du sol, forme la base naturelle de la production et de l’appropriation collectives. De plus la familiarité du paysan russe avec le contrat d’artel lui faciliterait la transition du travail parcellaire au travail collectif, qu’il pratique déjà à un certain degré dans les prairies indivises, dans les dessèchements et autres entreprises d’un intérêt général. Mais afin que le travail puisse supplanter dans l’agriculture proprement dite le travail parcellaire — source de l’appropriation privée — il faut deux choses : le besoin économique d’une telle transformation et les conditions matérielles pour l’accomplir.

Mais l’outillage, les engrais, les méthodes agronomiques, etc., tous les moyens indispensables au travail collectif, où les trouver ? Voilà précisément la grande supériorité de la « commune rurale » russe sur les communes archaïques de même type. Elle seule, en Europe, s’est maintenue sur une échelle vaste, nationale. Elle se trouve ainsi placée dans un milieu historique où la contemporanéité de la production capitaliste lui prête toutes les conditions du travail collectif. Elle est à même de s’incorporer les acquêts positifs élaborés par le système capitaliste sans passer par ses fourches caudines. La configuration physique de la terre russe invite l’exploitation agricole à l’aide des machines, organisée sur une vaste échelle, maniée du travail coopératif. Quant aux premiers frais d’établissement — frais intellectuels et matériels — la société russe les doit à la « commune rurale » aux frais de laquelle elle a vécu si longtemps et où elle doit chercher son « élément régénérateur ».

Pour sauver la commune russe, il faut une Révolution russe. Du reste, le gouvernement russe et les « nouvelles colonnes de la société » font de leur mieux pour préparer les masses à une telle catastrophe. Si la révolution se fait en temps opportun, si elle concentre toutes ses forces pour assurer l’essor libre de la commune rurale, celle-ci se développera bientôt comme élément régénérateur de la société russe et comme élément de supériorité sur les pays asservis par le régime capitaliste.

 

Reponse definitif, 8 Mars 1881

Dans ce mouvement occidental [de séparation radicale du producteur avec les moyens de production] il s’agit donc de la transformation d’une forme de propriété privée en une autre forme de propriété privée. Chez les paysans russes on aurait au contraire à transformer leur propriété commune en propriété privée. L’analyse donnée dans le « Capital » n’offre donc de raisons ni pour ni contre la vitalité de la commune rurale, mais l’étude spéciale que j’en ai faite, et dont j’ai cherché les matériaux dans les sources originales, m’a convaincu que cette commune est le point d’appui de la régénération sociale en Russie ; mais afin qu’elle puisse fonctionner comme tel, il faudrait d’abord éliminer les influences délétères qui l’assaillent de tous les côtés et ensuite lui assurer les conditions normales d’un développement spontané.

 

[1]Fruto, entre otros hechos, de esta correspondencia con Marx, abandonaría el anarquismo y se uniría al marxismo, participando en la social-democracia rusa y en la corriente menchevike.

[2]En el borrador afirma que estos nuevos pilares de la sociedad están preparando a las masas para “esta catástrofe” , que pretende proletarizar a la mayoría de los campesinos de estas comunas en beneficio de sus sectores mejor posicionados, únicos que se beneficiarán del reparto de la privatización de la tierra. Marx considera que evitar esto es la tarea principal de las comunas rurales y que para ello es necesario que se impliquen en la promoción de una revolución rusa, lo único que puede liberarlas de la presión que el capitalismo de origen inglés realiza en la transformación e industrialización de la Rusia zarista.

[3]Hay quién afirma que Marx estaba fascinado por la vigorosidad y potencialidad revolucionaria de las comunas rusas y que termino su vida aprendiendo ruso y leyendo mucho sobre los procesos políticos y socioeconómicos en este país, lo cuál no pudo ser recogido en su obra por estar enfermo y cerca de la muerte.

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